FECHAS: LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS

Posted by LA CHISPA on 13:23

El odio contra la inteligencia es común a todas las dictaduras. Pero en julio de 1966, la tormenta de palos que partió la cabeza de estudiantes, alumnos y científicos selló el destino de la investigación científica en la Argentina y la calidad de la universidad en los años por venir.


Entre 1957 y 1966 la Universidad argentina vivió un período de modernización y libertad académica, apertura a la sociedad, debate y expansión del conocimiento. Este período estuvo imbuido por una tendencia modernizadora que fijó el objetivo de reorganizar la institución universitaria, actualizar los métodos de enseñanza y extender la investigación científica a todo el país. Las más prestigiosas figuras de la producción científica e intelectual del país pusieron sus cerebros, su pasión y su sangre el servicio del conocimiento y del desarrollo en esta época.


Argentina había comenzado a diseñar las bases para liberarse de la esclavitud de depender para su desarrollo de una ciencia y una tecnología que sólo poseían y cobraban usurariamente las potencias capitalistas.


El 29 de julio de 1966 la dictadura de Onganía arrasó con más de medio siglo de autonomía universitaria y cargó a sablazos y a palazos contra docentes y alumnos de la universidad de Buenos Aires. Esa noche conocida como La Noche de los Bastones Largos” dejó numerosos heridos, más de 300 docentes expulsados que tomarían el camino del exilio y un presente en el que la educación de calidad se convirtió en un privilegio, en una mercancía, a la que cada vez menos pueden acceder.


La autonomía universitaria, el cogobierno de docentes, graduados y alumnos y la libertad de cátedra logrados a través de la lucha en la reforma universitaria de 1918, que había, al mismo tiempo, facilitado el acceso a la universidad a sectores sociales excluidos hasta el momento, fueron destrozados por el golpe militar.


Las universidades y colegios secundarios se habían convertido en ámbitos de discusión y acción política y se acortaba cada vez más la distancia entre intelectualidad y la realidad cotidiana al entender que la lucha era la misma. Comienza a sonar con fuerza una consigna que llegará hasta el mayo francés: “obreros y estudiantes, unidos y adelante”.


Las consecuencias de aquella noche de julio de 1966, cuando comenzó el saqueo de la ciencia y el pensamiento, se profundizaron en los años 70 con la matanza dictatorial y el exilio masivo de intelectuales, y se prolongaron durante los 80 y 90 en el reino neoliberal del mercado.

El legado de aquella trágica noche continúa hasta hoy; los sucesivos gobiernos desatienden los reclamos del sector educativo, las universidades de todo el país se caen a pedazos por la falta de mantenimiento o explotan como pasó en Río Cuarto por falta de seguridad y de lugares apropiados para trabajar; hoy padecemos desde aulas en las que se pasa frío hasta docentes e investigadores que cobran salarios miserables si es que no se ganaron el título de ad-honorem y trabajan sin recibir sueldo alguno.


La política a favor de que seamos colonia del imperialismo, impuesta por la fuerza por los militares y sostenida posteriormente por todos los gobiernos “democráticos” sigue vigente. Nuestra riqueza natural y nuestros recursos humanos están entregados al imperialismo, por eso todo ingeniero que quiera recibir su título en la Universidad Nacional del Sur tendrá primero que poner su conocimiento al servicio de Profertil (por poner un ejemplo cercano).


Está en nuestras manos cambiar este presente y recuperar la universidad abierta a la sociedad, atenta a sus problemas y que trabaje, se eduque y piense en pos de una sociedad más justa.

¡¡¡Obreros y estudiantes, unidos y adelante!!!