EL POLO CONTAMINANTE: Una perversa historia (1ª. Nota )
Los bahienses estamos acostumbrados al paisaje de torres que emiten humos y llamas enormes, a visualizar grandes nubes que parecen de vapor, todo lo cual ocupa una gran parte del horizonte ubicado hacia el Sur de la ciudad.
También hemos sido testigos de escapes de cloro y de amoníaco en varias ocasiones, algunas de gran magnitud y que por obra del viento pasaron rozando un jardín de infantes, un vecindario de Ingeniero White y trabajadores del polo petroquímico.
En ese momento hubo movilizaciones importantes de los vecinos de White acompañados por alguna gente de la ciudad, protestando por esta situación y pidiendo soluciones.
Así, actuando bajo la presión de la gente indignada, se creó un ente de control que monitorearía exclusivamente el estado del aire, fundamentalmente en Ing. White y alrededores.
Nos dijeron que en general los valores de los gases tóxicos emitidos al aire por las plantas estaban dentro de los “parámetros normales”, y se tomaron leves sanciones con alguna empresa que emitió “de más” o por algún derrame en los suelos. Por lo tanto, según las distintas administraciones municipales nos han venido diciendo, todo está controlado, es peor la emisión de gases de los vehículos en el microcentro -que no dudamos que es muy nociva-, y en general no se habla mucho de estos temas, salvo la gente que denuncia de tanto en tanto el aumento de los casos de cáncer y de congestiones bronquiales, etc. en las cercanías de las plantas, o de los médicos que en sus consultorios responden a nuestras inquietudes sobre esos problemas señalando al Sur y diciendo con un gesto de resignación: “Y, es la Petroquímica”. De la Asociación Médica de Bahía Blanca no hemos escuchado una palabra al respecto, entidad que, recogiendo los datos de sus asociados, podría realizar un buen aporte a la investigación de estos hechos. Y la Universidad Nacional del Sur, otrora un punto de referencia confiable, coincide con las autoridades municipales en que todo está “normal”.
Bueno, desde nuestras modestas posibilidades, pero basándonos en estudios de entidades prestigiosas que con sus investigaciones, declaraciones y acciones se enfrentan a estas grandes multinacionales que contaminan el planeta, trataremos de clarificar sobre el carácter de los dos grandes grupos que dominan el Polo Petroquímico de Bahía Blanca: Dow Química Argentina (Dow Chemical) y Solvay Indupa (Solvay).
Quien es Dow Química Argentina
La Fundación “Leer” de Argentina es la representante en el país de “Reading is Fundamental” (Leer es Fundamental) de los Estados Unidos. Los objetivos declarados por esta fundación son incentivar la lectura y promover la alfabetización de niños y jóvenes en el país y para ello organiza jornadas de lectura, regala libros a instituciones educativas o centros comunitarios, etc. Todas actividades muy loables.
Pero, ¿se trata en realidad de una institución filantrópica? ¿Quiénes están detrás de la Fundación Leer?
Entre los patrocinantes se encuentran varias de las empresas más contaminantes del planeta. Tres de ellas, la Dow Chemical (Dow Química Argentina), Shell y Procter & Gamble, figuran en las listas de las diez peores corporaciones contaminantes, que anualmente elabora la prestigiosa revista norteamericana Multinational Monitor. Otras son Monsanto, Minera Alumbrera, Chevron, Tecpetrol, Pan American Energy, y también Burson & Masteller, agencia de relaciones públicas que diseña campañas y estrategias, que incluyen la “filantropía” -como la de la Fundación Leer-, para mejorar la imagen de empresas como las nombradas.
Dow Chemical es uno de los creadores del agente naranja, compuesto sumamente tóxico a base de dioxinas, utilizado como desfoliador (liquidaba los bosques) en la guerra de Vietnam. En 1964 hacía ensayos de los efectos de la dioxina sobre los seres humanos utilizando a reclusos de la Prisión de Holmesburg (Filadelfia) –muy “humanitarios” tanto la empresa como el gobierno yanqui que permitía esas prácticas-, y luego fue usado en gran escala sobre la población civil vietnamita. Uno de los componentes del agente naranja -el herbicida 2,4,5-T- era de comprobado efecto cancerígeno, y la Dow, utilizando sus influencias, logró prolongar su fabricación y venta hasta 1983 en Estados Unidos y hasta 1987 en Nueva Zelanda. El otro componente -el herbicida 2,4-D-, con menor cantidad de dioxinas pero también de fuerte toxicidad, se sigue usando de manera creciente a pesar de estar en la lista de sustancias peligrosas. Según un meticuloso informe del Departamento de Salud de Nueva Jersey, una exposición prolongada -por ejemplo de agricultores, jardineros, aficionados a las plantas, etc.- a este último producto -el 2,4-D-, puede provocar irritación severa de la piel, los ojos, nariz y garganta; edema pulmonar; dolor de cabeza; contracciones musculares; nauseas; vómitos; diarrea y pérdida de peso; daño al hígado, los riñones y la reproducción (y este es el menos tóxico componente del agente naranja usado en la guerra de Vietnam; imaginémonos lo que les pasaba a los vietnamitas). Desde hace varios años las fábricas de 2,4-D fueron transferidas de Estados Unidos y Europa hacia los países llamados en desarrollo -en desarrollo de contaminación y enfermedades-, siendo los grandes fabricantes China, Taiwán, México, Brasil, Indonesia y Argentina.
Aquí, los gobernantes del país y de nuestra ciudad se desviven y enorgullecen por contar con estas fábricas de pestes.
Aquí dejamos la presentación de uno de los dos grupos dominantes del POLO CONTAMINANTE. En nuestra segunda nota en la próxima “La Chispa”, detallaremos los componentes químicos, y su proporción en relación a la normal, que contienen los efluentes que vierten a nuestra ría los dos grupos: Dow y Solvay
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